Las masías se han mantenido en nuestro país a través de los siglos. Construcciones aisladas entre cultivos agrícolas y bosques. Forman parte de nuestro paisaje.
Según estudios tienen origen en la época del imperio romano. Aprovechando por primera vez períodos de paz, familias acaudaladas fueron a vivir a provincias, a posesiones rurales, donde se cultivaban cereales, olivos, vid, para proveer a la metrópoli de Roma.
Mosaico romano de Tabarca.
La estructura de la casa rural romana,
parecida a la masía actual,
demuestra su influencia.
En el siglo V, la invasión de los pueblos bárbaros acabó devastando cuanto encontraron. Las ricas llanuras de la Tarraconense se convirtieron en desolación y ruina. Muchas «villae» fueron quemadas y aniquilados sus habitantes. Pero algunas se salvaron porque los nuevos dominadores, nómadas y sin tradición constructiva, aprovecharon y reconstruyeron las «villae» que luego habitaron. Fueron los visigodos.
En el siglo VIII, vino la invasión árabe, volvió a dejar desolados los campos y los habitantes huyeron a las montañas y lugares protegidos. De nuevo quedaron abandonadas las casas de campo. Con el tiempo estos sarracenos volvieron a cultivar los campos y reverdearon los cultivos, trayendo nuevas técnicas de regadío y agricultura. Pero en las tierras montañosas del norte, donde se refugiaron los antiguos caudillos visigodos, fueron organizándose para volver a conquistar las tierras que les fueron robadas y durante varios siglos hicieron incursiones guerreras, hasta volver a conquistar las llanuras fértiles de las tierras del sur y volver a poblarlas.
Los marqueses repartieron parte de sus tierras a campesinos, tenían que trajabar los campos para los dueños, éstos les dieron su protección ante los ataques enemigos, pero a cambio eran sus siervos (siervos de la gleba). También había los campesinos libres, y éstos tenían que pagar unos impuestos abusivos.
La vida en las masías no se estabiliza hasta finales de la Edad Media.
En el siglo XV consiguen los campesinos su emancipación y a finales del XVI desaparece la organización feudal y los masovers (payeses pobres supeditados a los ricos) pueden ya cultivar sus propias tierras y construir su propia vivienda.
En las masías se cultivaban productos de secano, tenían huertos de regadío, se criaban animales, se elaboraba vino, se prensaba aceite y se hacían actividades artesanales como hilar y tejer lana. Se explotaba bosques, etc., dependiendo del lugar donde estaba situada la masía.
Arquitectura
Al final del s. XII se inicia la transición del románico al gótico, de la Alta a la baja Edad Media. Las masías, sin embargo, reflejaron poco los cambios del tiempo. Los cambios solo se observan en detalles en los ventanales y puertas y algunos elementos interiores.
– En la Edad Media se edifican construcciones de planta cuadrada de dos pisos y buhardilla.
– En el siglo X las ventanas románicas son estrechas, divididas en dos partes por una columna.
– En el siglo XIII se construyeron torres en las masías, para vigilar los ataques enemigos y para defensa militar.
– En el siglo XVII el arte gótico enriquece algunos elementos constructivos, que se reflejan en las ventanas.
– El arte barroco y neoclásico no altera las estructuras de las masías. Se construyen muros exteriores. Se colocan relojes de sol en la fachada, que suele mirar a mediodía.

A finales del siglo XVII se inicia el lago periodo de decadencia de la vida rural catalana. Bandoleros y tropas reales enturbiaron la paz de los campesinos. Hasta los acontecimientos de 1640 a 1714 que dejaron aislados los campesinos en medio de la barbarie. Siguió también la guerra contra el francés. Muchos propietarios abandonaron los campos y se trasladaron a las ciudades que eran más seguras.
Vivían en cada masía varias familias del mismo tronco y dedicados a los trabajos del campo, que nunca se acababan, y de la casa. Se reunían en ocasiones especiales cuando había un acontecimiento familiar (bodas, bautizos…) y lo hacían en la sala del primer piso. Se celebraba la fiesta mayor una vez al año, se reunían los familiares y se preparaban las mejores viandas. La vida familiar solía reservarse para el invierno, cuando se suspendían los trabajos del campo debido a los hielos y bajas temperaturas. Las cenas alrededor del fuego, mientras comían de la olla reconfortante, eran los mejores momentos de las familias en las masías.
