Los viñedos tienen su encanto en cada época del año. La austeridad del invierno, sin hojas, los brotes verdes en primavera y el esplendor de sus hojas en gamas verdosas y los frutos en verano.
Pero pasada la vendimia, hay unos días especiales en otoño, en que el cromatismo de sus hojas inunda el paisaje, dándole un colorido y un encanto especial. Las hileras de viñedos destellan con sus pinceladas de colores, donde verdes, amarillos, naranjas, rojos, ocres, marrones, nos encandilan nuestra retina y nos enamoran.
El verde brillante de las hojas es producida por la clorofila y cuando ésta desaparece por las condiciones meteorológicas en otoño, es cuando aparecen todas esas tonalidades que nos asombran año tras año.
Día a día observamos los canvios en la tonalidad de las hojas, y su caída hasta cubrir el suelo con un manto de hojas secas. Las vides se preparan para su descanso invernal.
Influye las variedades de las uvas en las tonalidades de las hojas. Las variedades de uva blanca conservan más tiempo verdes sus hojas, y las uvas negras canvian más los colores de éstas. Podemos observar unas viñas en unos tonos y al mismo tiempo otros campos cercanos con otros cromatismos.
Después de la caída de todas sus hojas se procede a la poda. Y así queda la cepa solo con su tronco.
Las reservas se acumulan en troncos y raíces y las viñas se preparan para pasar el invierno, en una fase de reposo hasta la primavera.